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Prietolandia literaria

Tomas Tranströmer (1931-2015) fue un psicólogo sueco que obtuvo el premio Nobel de literatura en el 2011. Desapercibido no pasó el galardón en España, reseñas hubo en el COP y las universidades, pero dio lugar a una polémica. ¿Debía considerarse este premio Nobel relevante en Psicología? Pertinente se consideraba si atañía al ámbito de las neurociencias o de la psicología económica, ¿pero en poesía?

Tranströmer la escribía en su tiempo libre, pero su ejercicio profesional estaba centrado en prisiones y en recursos humanos, es decir, psicólogo forense y laboral. Ahora bien, en 1990 sufrió una hemiplejia que le robó la voz, le regaló una afasia y le paralizó el lado derecho. Con la mano izquierda daba conciertos hogareños y siguió publicando pues su esposa era su amanuense.

Ejemplo viviente fue de rehabilitación motriz y terapia del lenguaje. En 1974 había profetizado ese ictus y sus secuelas en un poema: «algo quiere ser dicho pero las palabras/ se niegan./ Algo que no puede ser dicho,/ afasia,/ no hay palabras, pero tal vez un estilo…» (en El cielo a medio hacer). Tres libros publicó con el área de Broca desbaratada en su cráneo. Recurrió a poemas cortos, llamados haiku, en. la cultura japonesa.

Precisamente Haiku a la hora en punto, fue el título del primer libro de poesía que publicó en el 2007 JMPrieto, cuatro años después de sufrir un ictus que no le dejó secuelas lingüísticas ni motrices. En su biblioteca guardadas unas libretas en las que, durante décadas, había anotaciones en reuniones de trabajo, en aviones, en ratos de insomnio transoceánico en una habitación de hotel. En tales circunstancias asiduos, haylos, a los botellines espirituosos o a pasearse la noche en busca de mejor compañía. ¿Poesía, a esas horas, jaqueca!

De esas libretas han florecido y se han publicado, año a año, cuatro trilogías líricas. Eso requiere disciplina y sacar punta al lápiz.

La primera cultiva el arte de ser parco en palabras (Haiku a la hora en punto, 2007, Tanca a trancas y barrancas, 2009 y No están ciegos los poetas: el sijo coreano, 2012). El trasfondo psicológico y espiritual emerge del taoísmo y del budismo zen.

La segunda propicia el talante iconoclasta mostrándose políticamente atrevido, procurando no ser incorrecto: Jesús nunca fue cristiano (2010), Nuestra señora es un caballero (2013), Los cuernos de la cigüeña (2014).

La tercera se ocupa de decir adiós muy buenas a ciertas remembranzas non-gratas: Vascos al pilpil (2015), El arte de desatornillarse del marido y de los hijos (2017) y Adiós a las cartas, homenaje póstumo (2018).

La cuarta cae en la cuenta y saca a pasear, con sentido del humor, al todo fluye, a la impermanencia momentánea: Agua va (2019), ¡De qué no se ríe un poeta? (2020) y Mi partido, el de las seis de la mañana (2021).

La poesía y la vitalidad se llevan entrañablemente bien si uno acierta en la convivencia. Los clásicos griegos hablaron de psique, de pneuma, los chinos de chi, los hindúes de prajna, de aliento vital, arenas movedizas éstas para los cognitivos y los conductuales que se aprecien. En su praxis la poesía no es un punto de partida. Sí lo es para los psicólogos humanistas y para la rara avis que son los psicólogos de raigambre fenomenológica. La vida espiritual comulga con estos dos enfoques (¿en vías de extinción?).

La UCM tiene un espacio cibercultural conocido como Escritores Complutenses 2.0 y pueden encontrarse reseñas y ejemplos en la carpeta https://webs.ucm.es/BUCM/escritores/jmprieto/ de la producción generada por José M. Prieto y publicada en editoriales españolas y extranjeras. En la biblioteca de la UCM hay, al menos, un ejemplar asequible de cada una.

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