Prietolandia es un neologismo que crearon los estudiantes para identificar una manera de enseñanza, una actitud a la hora de aprender, descubriendo y haciendo, en un entorno reciente que se llama cibercultura. El pasado impreso, con ilustraciones estáticas, cercadas por párrafos ordenados por capítulos es la cultura Gutenberg.

Prietolandia es una pauta escalonada de evaluar, nada que ver con exámenes tipo tests en los que con una lectora óptica y con buena memoria, basta.  

  • El primer escalón es el apto, es decir, lo básico que tienen que aprender todos los matriculad@s, demostrado a través de ejercicios realizados en clase, individualmente o en grupo, o, por qué no, preguntas abiertas con o sin apuntes. La clave está en comprender.
  • El segundo escalón apunta al notable, aquello que conviene que sepan los estudiantes que aspiran a especializarse, por ejemplo, pedirles un plan de desarrollo de carreras a medida (individual o grupalmente).
  • El tercero propiciaba una pericia que sea sobresaliente, que permita al estudiante dominar una herramienta, un enfoque novedoso en el ámbito de la formación de personal o de la psicología del trabajo y de las organizaciones.

Antes del acceso a Internet en el campus (1990), los estudiantes que aspiraran a sobresaliente o matricula acordaban con el profesor, al comienzo del curso, una visita a una catedral barroca mejor que gótica. Tenían que detectar en un informe la estrategia docente clerical o monástica que impresiona a través de esculturas, pinturas, vitrales, incienso, alturas, materiales, capillas, órganos y coros que cantaban en latín. Es el fruto de la contrarreforma: una puesta en escena, muy hispana, de carácter didáctico y efectos especiales, cuyos destinatarios eran personas analfabetas o letrados con chatas entendederas en latín. La reforma de Lutero se basó en personas leídas y autónomas en su interpretación de textos sagrados. La lectura, recitación o canto en lengua vernácula fue el filtro aleccionador en la Europa protestante.

De 1996 al 2003 para mejorar la nota en Prietolandia se pedía al alumnado que quería ir a más a que

  1. identificara una técnica o herramienta en Internet que le llamara la atención,
  2. buscara en el ciberespacio aplicaciones de esa técnica o herramienta al mundo de la educación, tanto infantil como de adultos, nada de experimentos con animales,
  3. perfilara a cinco años vista aplicaciones novedosas viables en el mundo de la formación de personal que podrían configurar nuevos empleos.

La pauta la marcaba una frase del profesor Richard B. Reich que era en esa época Secretario de Estado de Trabajo (ministro) con Bill Clintón. “Desconocemos qué nuevos puestos de trabajo estarán en vigor dentro de 5 o 10 años. Ahora bien, o los inventan nuestros estudiantes universitarios o los crearán los emprendedores”.

Para otras asignaturas, para mejorar nota, el requerimiento en Prietolandia ha sido concebir aplicaciones de nuevo cuño.

 Una parte de los estudiantes ponían pegas, ¡qué dolor! en la transición del siglo XX al XXI se les requería que pensaran ciberculturamente. Su confesor era el afable director del departamento.

Los trabajos de los alumnados que optaban por notable o sobresaliente se exponían en un servidor autóctono en la UCM,  localizable en http://forteza.sis.ucm.es/  y desconectado en el 2010.

En el 2003 Prietolandia cesó de funcionar como un espacio telemático propio cuando la UCM abrió la puerta y creó las aulas virtuales. Moodle es una transcripción informática del formato Gutenberg, es decir, de entrada, la palabra escrita como plataforma, pues la multimedia no es central sino periférica.

Prietolandia en el siglo XXI es este hiperespacio que visita y que reseña la labor docente e investigadora (de cinco décadas) del prof. José M. Prieto, en la UCM, destacando dos perfiles. Haylos que consideran que el profesor universitario ha de ser, sobre todo, un especialista, un técnico. Los hay que subrayamos que el profesor universitario ha de ser, además, un intelectual, es decir, cultivar un talante abierto a otras áreas afines, incluso inauditas o excéntricas a primera vista. De las mezclas salen hallazgos. Los miopes ven muy bien de cerca.

El mejor test que permite discernir entre ambos perfiles es acceder a la biblioteca personal, mejor en casa que en el despacho, para detectar aficiones asiduas contrastables pues hay productos o servicios evidentes. La labor divulgadora es también otro ingrediente.

Prietolandia ha sido fastidiada por la Agencia de Protección de Datos. Basta que un estudiante diga que no quiere que su proyecto lo vean otros estudiantes, para que pase a ser una interacción de confesionario yo-tú. La fortuna educativa universitaria está en fomentar el pensamiento divergente, pues para el convergente están los exámenes con pruebas objetivas y cerradas. Con retener, basta.